En su 60º período de sesiones, la Comisión de las Naciones Unidas sobre la condición jurídica y social de la mujer presentó sus Conclusiones Convenidas para reducir las brechas de género que padecen las mujeres y las niñas; sin embargo, excluyó toda referencia explícita a la discriminación particular que muchas personas enfrentan por su orientación sexual e identidad de género (OSIG).
Aunque se tenían muchas expectativas en torno a su papel de promover y recomendar el cumplimiento de todos los derechos humanos para todas las mujeres y las niñas – por ende, incluidas, las personas lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales –, en el documento aprobado por la CSW hay solamente un párrafo que las personas LGBTI pueden usar como herramienta a invocar cuando haya alguna violación a sus derechos. Se trata del párrafo que subraya lo siguiente: “ningún país ha alcanzado plenamente la igualdad de género ni el empoderamiento de las mujeres y las niñas, que persisten a nivel mundial niveles significativos de desigualdad entre mujeres y hombres, entre niñas y niños, y que muchas mujeres y niñas viven vulnerabilidad y marginación a lo largo de su ciclo de vida debido, entre otras cosas, a las múltiples formas de discriminación que se intersecan”.
Tras dos semanas de deliberaciones, las y los representantes de los países que participaron en el 60º período de sesiones de la CSW votaron a favor de un documento para ratificar los compromisos de igualdad de género y empoderamiento de todas las mujeres y las niñas asumidos en períodos de sesiones anteriores y los acuerdos y convenciones actualmente válidos que protegen los derechos humanos de las mujeres y las niñas, entre otros, la CEDAW y la Plataforma de Acción de Beijing.
Muchos representantes de la sociedad civil trabajaron de cerca con los delegados y delegadas de los países para impulsar la defensa y respeto de los derechos humanos de todas las mujeres y las niñas. Este proceso culminó en la declaración del acuerdo final en donde se tiene claridad al solicitar a los Estados que respeten, promuevan y realicen los derechos humanos de todas las mujeres y las niñas y que pongan fin a la discriminación por motivos de género. No obstante, es débil en cuanto a la necesidad de poner alto a las violaciones de derechos humanos por motivos de orientación sexual e identidad de género.
A pesar de los avances que estas Conclusiones Convenidas representan si se las compara con las de la CSW59, hubo varias malas noticias en cuanto al llamado a los Estados a proteger los derechos humanos de las personas LGBTI. Una de ellas fue la eliminación de un párrafo propuesto por el gobierno de Canadá y apoyado por muchos otros países, que hubiera ayudado a frenar la violencia y la discriminación que las personas LGBTI enfrentan. Éste decía, “la Comisión expresa una profunda preocupación por los actos de violencia y discriminación, en todas las regiones del mundo, cometidas contra las personas por su orientación sexual e identidad de género”. Reconocer los continuos acosos, extorsiones y encarcelamientos, entre una amplia gama de formas de violencia que muchas personas LGBTI padecen en muchos países donde viven, es un punto de partida para poner alto a estas inaceptables violaciones de derechos humanos. La exclusión del lenguaje sobre OSIG de las Conclusiones Convenidas fue resultado de la presión que ejercieron países conservadores y representantes de la derecha durante las discusiones; el resultado, un documento con muchas otras omisiones además de ésta.
A las conclusiones convenidas también les faltó hacer referencia explícita a una educación sexual integral (ESI), una cuestión no sólo de reproducción, sino también de sexualidad, identidad de género, relaciones de salud y los derechos sexuales y reproductivos. La ESI figuraba en la versión preliminar de las Conclusiones Convenidas, pero se eliminó tras las dos semanas de deliberaciones. Algo semejante sucedió con los párrafos que tendían a reconocer varias formas de familia y a reconocer el hecho de que las familias son diversas y pueden incluir hogares con un sólo progenitor; familias extensas; hogares encabezados por un(a) menor de edad; hogares encabezados por una abuela, un abuelo, o ambos abuelos; parejas consensuales; y, familias encabezadas por parejas del mismo sexo, entre otras.
Hay, quizás, una buena noticia relacionada con el párrafo aprobado sobre salud que tiende a “garantizar la promoción y protección de los derechos humanos de todas las mujeres y sus derechos reproductivos y de salud sexual y reproductiva”, y a “hacer cumplir políticas y marcos jurídicos de trabajo y el fortalecimiento de sistemas de salud que hagan universalmente accesibles y disponibles unos servicios de salud sexual y reproductiva que sean abarcadores y de calidad “. Reconoce, además, “que los derechos humanos incluyen el derecho a tener control, y a decidir de manera libre y responsable, sobre los asuntos relacionados con su sexualidad, incluyendo la salud sexual y reproductiva, libres de coerción, discriminación y violencia”.
A pesar del intenso trabajo en conjunto realizado por la sociedad civil con muchas misiones de países de las Naciones Unidas para que se conservaran algunos párrafos incluidos en el documento preliminar, los representantes conservadores lograron que se eliminara todo lenguaje que nombrara explícitamente a la violencia y discriminación por “orientación sexual e identidad de género” contra las personas LGBTI, así como la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
Ya es hora de que la CSW incluya a la identidad de género y a la orientación sexual dentro de su gama de cuestiones y que se pronuncie a favor de garantizar el respeto y la realización de los derechos humanos de todas y cada una de las mujeres y las niñas.